Decepcionante segunda jornada del FIB 2012, marcada por el soporífero concierto de Dylan, la exaltación de los teens británicos ante grupos que hace unos años dificilmente hubiesen gozado de horarios infaustos en escenarios menores y que fue salvada por el buen hacer de las bandas nacionales. La jornada daba comienzo con los murcianos Klaus&Kinski en el escenario Trident Senses, que demostraron que su directo ha crecido hasta límites insospechables en los últimos dos años. La timidez de su cantante contrarresta con la decisión y la fuerza de su música, en especial con un violín que toma mas fuerza todavía sobre el escenario que en el disco.
Minutos después llegaba uno de los platos fuertes del día con la presencia de Miles Kane en el escenario maravillas. El amiguísimo de Alex Turner hizo las delicias de la chavalería inglesa, que se agolpaba en las primeras filas pese al calor reinante. Su exceso de poses y gestos de cara a la galería, sin embargo, no empañan un directo sólido, en el que se hace acompañar de una banda magnifica y en la que no tiene que recurrir a los temas de The Last Shadow Puppets para encandilar a su público durante poco mas de una hora.
Los valencianos La Habitación Roja ofrecían a la vez un concierto que sirvió para demostrar la madurez adquirida en su último disco. Las potentes guitarras y las tablas sobre el escenario (no en vano son el grupo que en mas ocasiones han tocado en el festival) hicieron que muchos espectadores extranjeros se deleitasen ante temas como "Scandinavia" o "Nunca ganaremos el mundial".
A su finalización, y con el resto de escenarios vacíos, el festival se preparaba para el plato fuerte de esta edición. Bob Dylan hizo presencia sobre las tablas del escenario Maravillas cerca de las 22 horas y ofreció un concierto muy poco adecuado para el público presente en el festival, centrado en un repertorio solo accesible para sus grandes fans. La sucesión de canciones con aire de blues y folk americano haciéndose acompañar de una banda magnifica, consiguió adormecer a un público eminentemente joven y que estaba deseoso de poder catar sus grandes éxitos. Solo en el único bis de la noche, en el que regalo una versión karaoke cantada al unísono por todo el gentío de "Like a rolling stone" consiguió detener una sangría constante de espectadores hacia otro escenarios. Estamos de acuerdo que Dylan es algo mas que una leyenda del rock que merece una adoración y respeto, pero ello no le salva de poder calificar su concierto como decepción o, directamente, como autentico coñazo insoportable.
El final de su concierto coincidía con el concierto de una de las sensaciones de la temporada, los británicos Django Django. Al contrario que con el mito americano, el novel grupo ofreció una serie de hits y ritmos bailables que hicieron que el público les siguiera fielmente en cada una de las canciones. Especial mención para su sección de percusión, que recuerda por su sonoridad a la de uno de los grupos referencia de los últimos años, Friendly Fires.
Debido al retraso acumulado por el exceso de setlist de Dylan, el escenario Maravillas retrasó sus conciertos hasta media hora y los primeros damnificados fueron The Maccabees. Sin embargo, este retraso y la impaciencia de un público joven que les adora, hicieron que el grupo se creciese y ofreciese el primer gran concierto de la noche. Un sonido potente, un setlist centrado en su último disco que les ha llevado a a fama y una compenetracion con el publico excepcional, les permitieron salir a hombros ante el difícil reto (a priori) de tocar tras Dylan.
El otro gran triunfador de la noche fue el catalán Joe Crepusculo, que consiguió acercar su alegre pop electrónico al público. Pese a que un comienzo la mayoría del mismo era eminentemente nacional, poco a pocoel público extranjero se fue uniendo ante la FIESTA con mayúsculas que ocurría en el escenario FIB club. Temas como Fiesta Mayor o El Caldero consiguieron dejar a todo el público con ganas de mas y con la sensación de que el concierto que La Casa Azul ofrezca el próximo domingo puede ser antológico si la respuesta del público es la misma.
El escenario maravillas volvió a la actividad con el Bombay Bicycle Club, que al igual que con Miles Kane o The Maccabees tenían el éxito asegurado antes de comenzar por la impaciencia de los prepúberes ingleses. Su concierto resultó plano, descafeinado y anodino, y solo la presencia de una corista que rompió esa linealidad consiguió hacer mínimamente emocionantes algunas canciones.
El final de la noche llego con el francés Sebastian, el llamado hermano pequeño de Justice, que ofreció una sesión impresionante que empezó casi sin publico y acabó casi hora y media después con el escenario a reventar. Acompañado de unos visuales centrados en la bandera francesa y proclamas revolucionarias a mas puro estilo V de Vendetta, el dj ofreció la mejor sesión electrónica de lo que llevamos de festival.
Todas las fotos que acompañan al artículo han sido extraidas del perfil público del FIB en facebook
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